There’s no future, pero hagamos una Europa mejor

Hay una canción que escribieron unos tipos bastante graciosetes hace unos cuantos años, en un fantástico disco, llamado God Save the Queen.

There’s no future. No future for you. No future for me.

La Unión Europea (o su precursor económico), nació hace un poco más de 60 años, en los cuales hemos visto probablemente el mayor esplendor económico de Europa, el mayor periodo de paz entre los estados (y viendo la historia, esto no es nada fácil) y una libre circulación de personas, capitales y bienes.

Pero también ha habido acontecimientos realmente malos (y trágicos) durante estos 60 años, como el Brexit, cuando el Reino Unido votó por mayoría absoluta (muy ajustada), que querían salir de la Unión, con una diferencia de un millón de votos. Empezando una deriva muy negativa para la Unión, que esperemos que quede ahí (aunque ya veremos qué consecuencias tiene para el Reino Unido con Irlanda y Escocia), aunque viendo todos los partidos de ultraderecha que están en auge (y ya en los parlamentos y gobernando en connivencia de la derechita cobarde y el extremo centro), no me resultaría extraño otro Brexit de algún otro país.

Sin embargo, al final lo que a mi me parece más importante, es que según las encuestas antes de la votación del Brexit, y viendo los resultados con la información demográfica, parecen claras varias cosas:

  1. Que los ciudadanos jóvenes y de mediana edad británicos (menos de 45 años), estaban muy por la labor de seguir en la Unión Europea (valor tan alto como el 70% sí y 20% no en la franja de edad de 18-24)
  2. Que la capital, Londres, votó con más del 60% en la posibilidad de quedarse.
  3. Que las clases obreras compraron el voto del racismo y odio hacia la inmigración, para querer cerrar sus fronteras a nuevas personas que puedan encontrar trabajo en Gran Bretaña.
  4. Que la población más envejecida quería marcharse y tener el control de su poco (ley de vida) futuro.

Y queriendo controlar sus próximos 15 años de vida, han jodido los deseos de los próximos 50 años de los jóvenes.

Sin embargo, vamos a hablar de esta Europa tan bonita que nos está quedando.

La Unión Europea ha hecho grandísimas cosas por nosotros y, aunque quizás no haya un sentimiento de «europeismo», dudo mucho que preguntando a gente de mi rango de edad, ni el 20% preferiría irse.

Europa nos ha dado mucho, muchísimo. Nos ha hecho ser como somos. Nos ha hecho vivir en paz con nuestros vecinos, enemigos acérrimos durante siglos. Y en España tenemos que estar muy agradecidos a las políticas europeas que nos han permitido prosperar, tanto a nivel económico, como político, como educacional, al nivel que tenemos hoy en día.

Europa ha eliminado decenas de fronteras inventadas, por las que ya no necesitas pasar por puestos de control para entrar al país de al lado, cuya única separación es una línea imaginaria trazada por el hombre (en muchos casos vía derramamiento de sangre). Como vivécdota, recuerdo estar de vacaciones con mis padres en los Pirineos hace casi 20 años y ver la garita de la frontera francesa, destartalada, y haciéndome una foto con un pie en cada lado de esa línea que marcaba la separación de dos países, y cuya diferencia mirando a los árboles de la izquierda y de la derecha era nula, sólo imaginada por el hombre.

Ahora somos capaces de visitar cualquier país europeo, pasando con nuestro coche, sin que nos paren, como el viaje que hace unos veranos a la Costa Azul francesa con Leticia. Nadie nos miraba mal (vale, excepto el día que España ganó a Francia en su Eurobasket con esa actuación extraterrestre de Pau Gasol, pero porque fuimos vacilando pidiendo L’Equipe para ver qué decían en Francia).

Tampoco nos miraban mal cuando pude estar un mes, cuando tenía 16 años, con mi amigo Guillermo en Cardiff para aprender inglés.

Ni cuando, allá por el 2007, estuvimos en Helsinki, ni cuando cogimos el ferry para ir a Tallinn.

Pero tampoco cuando a Leticia le dieron una beca Erasmus para estudiar el último año de periodismo en París, en Saint Denis, donde no era una extraña, ni yo cuando cogía los aviones de Vueling para ir al Charles de Gaulle, y bajarme en la estación Stade de France y que me fuera a buscar.

Ni tampoco cuando tampoco fuimos más de 10 amigos a visitar a Carlos, cuando hizo su último trimestre de fisioterapia en Bélgica.

Pero tampoco nos podemos sentir extraños cuando podemos ir a visitar a los muchos amigos que están trabajando en el Reino Unido, en escuelas, hospitales, universidades, tiendas, buscando un futuro mejor, tanto para ellos como para el propio Reino Unido.

Ni cuando tienes ofertas de trabajo para irte a Alemania, en un entorno internacional, con gente de todo el mundo.

El futuro de Europa está en nuestras manos. Nosotros tenemos que decidir si queremos destruir el pasado que tanto esfuerzo (con 2 guerras mundiales mediante en los últimos 100 años) ha costado construir (más a nuestros padres que a nosotros), o queremos mejorarlo para seguir siendo un conjunto de ciudadanos, con muchas diferencias, pero que podemos agruparnos en torno a la solidaridad, al beneficio común y a una filosofía de estados de derecho, con estados tolerantes, que siguen viviendo en paz, que comparten una serie de ideas de que unidos somos más fuertes, que tenemos más relevancia, que podemos aprender muchos de todos y, finalmente, que no nos matemos entre nosotros.

Europa está en nuestras manos. Hagamos que sea un ejemplo para todo el mundo.

La utopía de la unidad de España y las banderas

10 de febrero de 2019. Miles de banderas de España recorren las calles del centro de Madrid, representadas por la derecha pop, la derecha rancia y la ultraderecha de Ciudadanos, Partido Popular y Vox respectivamente (o no, no sé). La crème de la crème de la españolidad y su unidad.

Miles de personas, 45.000 según la delegación del gobierno, unas 100.000 como máximo según las estimaciones en base a datos reales (y no a utopías, pajas mentales o manifestaciones virtuales), han marchado por:

  1. La unidad de España.
  2. En contra de los políticos catalanes presos (y pidiendo que mueran en la cárcel, casi)
  3. Pedir nuevas elecciones porque Pedro Sánchez es ilegal y no le han votado.

Y para mi, sinceramente, nada de esto tiene ningún sentido. Ninguno. De ninguno de los puntos.

Las elecciones y el presidente ilegal

Pedro Sánchez

Pedir elecciones anticipadas es lícito, todo el mundo lo puede pedir. Sobre todo si el que está en el gobierno no te representa, como parece ser el caso de la derecha española. Pero ojo, de ahí a decir que el presidente es «ilegal» o que «no le han votado», va un trecho. Porque mientras los de las banderas (que cuando más grande mejor) sacan la Constitución como mayor garante de la unidad de España (no dicen nada de los derechos de iguales ante la ley, ni de la aconfesionalidad del Estado, por ejemplo), parece que se les olvida que el mecanismo por el que Pedro Sánchez es presidente es, ¡oh ironía! gracias a la Constitución (artículo 99) que ellos fervientemente defienden. ¿Quizás es que realmente quieren cambiar algo de la Constitución? (lo dudo).

Porque, eh, Pedro Sánchez ha sido votado. Al igual que Rajoy. Al igual que Moreno Bonilla en un «pacto de perdedores». Quizás no se entienda bien el sistema que tenemos en España, pero es tremendamente sencillo.

También es que quizás las banderas de España inmensas les hagan, no ya solo no ver lo que tienen delante, si no también dejar de pensar o entender el país en el que viven.

Nuestro sistema no es presidencialista, no votamos a personas para ser presidentes del gobierno. Votamos a un parlamento, que es el que elige quién es el presidente. Como si me eligen a mi, y no me he presentado. ¿Es legal? Por supuesto. Otra cosa es que no os guste, pero la elección viene del parlamento, y eso sí lo hemos elegido todos.

Checkmate, banderitas.

La unidad

Sin embargo, al final lo que más gracia me hace de todo esto es esa grandísima idea de que hay que defender la unidad de España, muchos hasta «las últimas consecuencias».

La unidad de España. Esa utopía.

A los de la bandera les importa una mierda la unidad de España. Lo que les importa es que los catalanes no se les suban a las barbas. No quieren ningún tufo a catalanidad en España. Una puta guerra de ver quién tiene la bandera más grande. A ver quién pone más banderas en los balcones. Un instinto muy macho. Muy animal.

¿Qué consideramos que es la unidad de España? ¿Las fronteras actuales? ¿Las que marca la Constitución de 1978?*

Elegid las que queráis, en el momento que queráis. ¿El año que habéis nacido? Perfecto. ¿Y por qué no defiendes las fronteras del año que nacieron tus padres? Porque eran diferentes y claro, igual ya no te interesa.

O las de tu tatarabuelo, cuando se perdió Cuba, porque… bueno, ya sabéis el dicho.

Elige. En serio, elige.

Elige porque da exactamente lo que elijas, que va a cambiar en el futuro. Y si no lo crees, simplemente entra en Wikipedia, nada de sesudos libros explicando la historia de España durante siglos, no. Simplemente Wikipedia. Mira la evolución de las fronteras de España.

¿La unidad no va de pedir a Italia la isla de Sicilia, parte del reino de Aragón?

¿La unidad de España no va de hacernos cargo de nuestra colonia del Sáhara Occidental que abandonamos a su suerte hace 50 años?

¿La unidad de España no va de declarar la guerra a EEUU y pedir lo que tuvimos en México?

Dejad de hacer el ridículo, y pensad que la unidad es algo que ha cambiado, cambia y cambiará el futuro. Luchad por vuestros vecinos, por su educación, su sanidad, sus derechos sociales, su libertad de prensa, su libertad de reunión, su justicia, su igualdad. Y que os dé igual si hablan español, catalán, francés, portugués o, más recientemente, alemán, rumano, finés o, en el futuro incluso albanés.

Mapa de España en el Edificio Telefónica, cerca de 1930

El mapa de España sobre 1930. Edificio Telefónica. La unidad.

* Truco. La Constitución del 1978 no habla de cuáles son nuestras fronteras, si no que el ejército tiene la obligación de defenderlas.

Sobre «lo de Cataluña»

Disclaimer: Escribo esto como un castellano que está empadronado en Madrid, que quiere referéndum legal y pactado en Cataluña, y condena la actuación de las fuerzas «del orden» y la confrontación creada por el gobierno central y la Generalitat.

El domingo perdimos. Sobre todo si lo queremos ver desde un ciudadano español que no le gustaría que Cataluña se independizara.

Policía nacional golpeando a manifestantes sentados en el suelo durante la jornada del 1O en Cataluña

Policía nacional golpeando a manifestantes sentados en el suelo.

Pero también ganamos. Ganamos porque vimos a miles, cientos de miles, de personas desafiar a un gobierno que, mediante el uso de una fuerza totalmente desproporcionada, quería impartirles españolidad y «democracia» a golpe de porra, con las únicas imágenes de tener a policías arrancando urnas junto con algunos destrozos en colegios electorales (dejando dichas imágenes para cerrar únicamente el 4% de los previstos por la Generalitat)

Ciudadanos sosteniendo una urna ilegal llena de votos el 1O en Cataluña

Ciudadanos sosteniendo una urna ilegal llena de votos el 1O

Y es que hasta aquí hemos llegado. Si hasta hace poco pensaba que si se pactaba un referéndum en Cataluña, la mayoría de ciudadanos hubieran dicho NO a la independencia, ahora van a decir que SÍ después del esperpento vivido.

En ningún momento justifico el paripé de referéndum que se hizo, sin validez legal, saltándose no solo las leyes españolas, si no también las catalanas (incluyendo las propias leyes ad-hoc para dicho referéndum) como ese censo «universal» donde se podía votar tantas veces como quisieras en tantos lugares como quisieras.

Pero es que vimos una cosa que no puede parar las fuerzas del orden público: la gente quiere votar. Y yo estoy a favor de que voten. No quiero un paripé, no quiero ver a policías arrancando urnas de votación. Quiero un referéndum legal, pactado y en un marco legal y jurídico válido. Y si es necesario cambiar las leyes para que se pueda realizar, no veo impedimento moral, puesto que lo llevamos haciendo 40 años de democracia, incluyendo la propia Constitución (aunque sea solo para priorizar el pago de deuda al de servicios básicos) y según dicen las encuestas, más del 80% de los ciudadanos de Cataluña está a favor del derecho a decidir.

No podemos forzar a los catalanes a quedarse en España, (y ojalá saliera NO y podamos convivir sin problema, solucionando los problemas reales que ahora mismo los independentistas esgrimen) pero recurriendo a la fuerza policial, como se hizo el domingo, no hará más que incrementar el número de independentistas y con ello gente en el resto del actual estado que les apoye. La única manera para poder convencerles es la palabra, eso que no han permitido usar ni uno ni otro lado.

Estoy seguro que hablando, dialogando y negociando podríamos recuperar la convivencia y el respeto entre ambas partes. Lo que no estoy tan seguro es que eso pueda producirse con los actuales gobiernos en ambos lados.